Repaso de la Lección 11
Repasen las áreas de disciplina personal que aprendieron en la lección 11. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 11.
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by Tim Keep
Repasen las áreas de disciplina personal que aprendieron en la lección 11. Pregunte a los estudiantes quiénes desean compartir sus oraciones personales de la lección 11.
Al finalizar esta lección, el estudiante deberá ser capaz de:
(1) Entender la importancia de la disciplina personal para ser formados a la imagen de Cristo.
(2) Tener una comprensión más práctica de cómo entrenar su apetito, su uso del tiempo y su temperamento, y de cómo poner en práctica estas disciplinas.
(3) Aprender la importancia de desarrollar convicciones personales.
Un pastor
Mientras trabajaba en este curso, tuve la grata oportunidad de compartir con un amigo pastor de edad avanzada. Durante nuestra conversación, me confesó que la lucha más grande que ha enfrentado a lo largo de su vida y su ministerio ha sido con la pereza. “¡Me siento tentado a dormir mucho y orar poco!” admitió él. “Cuando me siento desanimado o aburrido, en lugar de orar o estudiar, tomo largas siestas, más de lo necesario.” La buena noticia es que mi amigo todavía tiene un corazón sensible y está comprometido a dejar que el Señor lo siga transformando. Una noche, poco después de nuestra conversación, le habló a su congregación acerca de su intención de convertirse en un hombre de oración. Sabe que perseverar con este compromiso no será fácil, sino que va a requerir disciplina personal empoderada por el Espíritu Santo.
Una madre
Una joven madre a la que hace un tiempo tratamos de discipular era muy inestable espiritualmente. Tenía un sincero anhelo de Dios, pero su falta de disciplina personal le causaba dolor a ella y a su familia. La ropa sucia siempre se acumulaba y los platos sucios llenaban el fregadero. Su vida devocional era muy irregular. Su condición de salud no era buena debido a malos hábitos de alimentación y falta de ejercicio. Había descuidado a su esposo y a sus hijos. Ella misma admitió que su falta de disciplina hacía que su vida espiritual fuera muy insatisfactoria. Después de años de lucha, finalmente tomó con seriedad su necesidad de disciplina personal, y su historia empezó a cambiar.
El crecimiento a la imagen de Cristo no se puede separar de la disciplina personal. En esta lección vamos a estudiar áreas en las que la disciplina personal es vital para la formación espiritual:
Ya hemos examinado las dos primeras de estas disciplinas personales. En esta lección vamos a estudiar las cuatro restantes.
El éxito en la vida cristiana – reflejar la imagen de Jesucristo – está directamente relacionado con nuestra efectividad en el dominio de nuestra propia vida. La disciplina personal aumenta nuestra felicidad en Dios y nuestra capacidad de glorificar a Dios y de contribuir al avance de su evangelio. La vida de David ilustra esto.
Siendo un joven pastor, David dominaba el arpa, la honda y la poesía. Estas habilidades le abrieron la puerta a una mayor influencia y a oportunidades más allá de su imaginación. El arpa lo llevó delante del rey; la honda le permitió ganar honor, y eventualmente un reino; y a través de su poesía, sigue animando, influyendo y ayudando a moldear la vida devocional de millones de cristianos día tras día.
Quizás usted se vea tentado a pensar que las cosas pequeñas no tienen importancia, pero sí la tienen. La fidelidad en las cosas pequeñas es importante. Amy Carmichael desafió a sus lectores:
«Todo es importante, aun las cosas más pequeñas. Si usted lo hace todo, sea grande o pequeño, para el Señor, estará listo para hacer cualquier cosa que él le pida que haga.»
¡La disciplina personal no es tan fácil como quisiéramos! Un día mi esposa disciplinó a una de nuestras hijas, Carrie, por pelear con su hermana. Carrie tenía sólo tres o cuatro años en aquel momento. Becky le dijo, “Necesitas pedirle al Señor que te ayude a tener dominio propio.” Carrie se fue a su habitación y pocos minutos después regresó con una gran sonrisa en el rostro. ¿Por qué sonríes, mi amor? ¿Por qué estás tan feliz?” le preguntó su mamá. “¡Porque oré para tener dominio propio!” respondió ella. Al igual que muchos cristianos, Carrie pensaba que el dominio propio era algo que Dios le daría instantáneamente; pero como su padre, ¡he podido ver que no fue así!
► ¿Ve usted dentro de la iglesia una tendencia a buscar una madurez instantánea en áreas que por lo general requieren años de disciplina personal?
Muchas personas tienen la idea de que las personas disciplinadas son serias, no alegres. Depende de la perspectiva que tengamos de la disciplina. Los atletas olímpicos practican su deporte y hacen grandes sacrificios, pero lo hacen por el gozo de competir y de tener la oportunidad de ganar una medalla de oro. Cuando un agricultor cultiva la tierra y planta las semillas, se esfuerza y pasa muchos trabajos, pero lo hace por el gozo de la cosecha: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”[1] Y cuando los creyentes se disciplinan a sí mismos espiritual y personalmente, lo hacen porque saben que la disciplina conduce a una vida floreciente en Dios. Jamás deberíamos sentir lástima de los hombres y las mujeres disciplinados. Por la gracia de Dios, ellos están sacando el máximo provecho de la vida.
[1] Salmo 126:6.
Sin duda alguna, esta es la más difícil de todas las disciplina personales. La comida ha sido provista por Dios no sólo para sustentar la vida, sino también para nuestro disfrute personal. No obstante, no debería ocupar el lugar de Dios, pues su propósito jamás ha sido proveer el máximo disfrute y satisfacción. Sin importar si usted vive en un país pobre o en uno más próspero, entrenar su apetito es vital para su progreso espiritual.
En Occidente, algunos cristianos han llegado a aceptar como normal un espíritu de glotonería y auto-gratificación. Muchas veces nos reímos de haber comido demasiado. Elegimos los restaurantes que ofrecen “todo lo que pueda comer” y comemos desmesuradamente. Pero la Biblia es muy clara, “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene.”[1] Todo incluye nuestro apetito por la comida.
Por qué dominar nuestro apetito es vital para la formación espiritual
(1) Nuestros apetitos determinan la dirección de nuestra vida: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”[2]
Jesús enseñó que siempre buscamos las cosas que deseamos – ya sea los antojos de nuestro estómago, el deseo apasionado de sexo, posesiones o poder, o el anhelo de Dios de nuestro corazón. Nuestro corazón es moldeado por las cosas que elegimos valorar. Si usted es una persona que tiene la tendencia a complacer cada uno de sus deseos, debe saber que eso está obstaculizando su progreso espiritual.
Proverbios dice, “Pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.”[3] Juan Wesley parafraseó este versículo así: “¡Refrena tu apetito, como si un hombre pusiera un cuchillo en tu garganta”![4] Esta es la misma clase de auto-limitación radical que Jesús enseñó en relación con las tentaciones sexuales.[5]
(2) El exceso de indulgencia en cualquier cosa buena disminuye nuestra satisfacción con lo que es mejor: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.”[6]
La preocupación por la comida y por otros apetitos naturales deja menos espacio en nuestra mente para las cosas eternas. En palabras de John Piper, “Si usted no siente fuertes deseos por la manifestación de la gloria de Dios… es porque usted ha estado comiendo migajas de la mesa del mundo por mucho tiempo. Su alma está llena de pequeñas cosas, y no hay campo para las grandes.”[7]
Cuando yo era niño, mi tiempo favorito del día era la hora de la cena. De hecho, ¡todavía lo es! La expectativa de una deliciosa comida casera y del tiempo alrededor de la mesa compartiendo con mi esposa y mis hijos son algunas de las grandes alegrías de la vida. Pero hubo momentos, especialmente en mis años de juventud, cuando pasaba las tardes comiendo bocadillos en lugar de esperar pacientemente la hora de la cena, lo cual después me arruinaba el pleno disfrute de ella. Comía, pero no con la misma satisfacción. En esto hay una lección: La impaciencia nos roba el sentido de anticipación que hace el comer mucho más placentero; y el exceso de indulgencia – demasiado de algo bueno – les roba a los cristianos el sentido de satisfacción espiritual.
(3) Cuando el deseo de comer es demasiado fuerte, bloquea nuestra visión espiritual.
En Juan 4, mientras los discípulos iban a Samaria a comprar comida, Jesús guió a un alma sedienta a la salvación. Cuando los discípulos regresaron, le insistieron a Jesús que comiera; pero él les dijo, “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis… Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.”[8] Jesús necesitaba comida para vivir, al igual que los discípulos; pero él estaba entrenando a sus discípulos a no permitir que sus apetitos los cegaran a la obra del Espíritu alrededor de ellos. Les enseñó que hacer lo que agrada al Padre es mucho más satisfactorio que la comida más sabrosa.
Nada debería dominar nuestra mente excepto las cosas de Dios. En el contexto de la comida y el deseo sexual, Pablo dijo, “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.”[9]
La Biblia enseña que los pecados de la gula y la embriaguez surgen de la misma fuente, de la auto-indulgencia.
► Lea Deuteronomio 21:20 y Proverbios 23:21. ¿Con cuánta seriedad cree usted que la gente toma el pecado de la gula?
Algunos consejos prácticos para ayudarnos a refrenar nuestros apetitos:
[1] 1 Corintios 9:25.
[2] Mateo 6:21.
[3] Proverbios 23:2.
[4] Notas de Juan Wesley sobre Proverbios 23:2.
[5] Mateo 5:28-30.
[6] Mateo 5:6.
[7] El libro de John Piper, Hambre de Dios, es un gran recurso.
[8] Juan 4:32-34.
[9] 1 Corintios 6:12-13.
«Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.»[1]
«Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.»[2]
Los estudiosos del comportamiento humano nos han enseñado que cada persona es una combinación única de personalidad y temperamento. Los distintos rasgos de personalidad por lo general han sido definidos de la siguiente manera:[3]
Extroversión e Introversión
Sensación e intuición
Pensamiento y sentimiento
Juicio y percepción
Cada creyente debe poner su personalidad y su temperamento bajo el control del Espíritu Santo. Sin el fruto de dominio propio, empoderado por el Espíritu Santo, nuestras debilidades van a dominar nuestra vida y destruir nuestro potencial único de glorificar a Dios.
Consejos prácticos para desarrollar la disciplina personal en el área del temperamento:
► Pídales a los estudiantes que mencionen algunas fortalezas y debilidades de la personalidad y el temperamento de algunos personajes bíblicos. ¿Cuáles rasgos de su temperamento y personalidad creen ustedes que necesitaban ser santificados? ¿Cuáles rasgos jamás fueron santificados?
[1] Proverbios 16:32.
[2] Proverbios 25:28.
[3] Mulholland, 50-56.
«¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición.»[1]
«Como la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama.»[2]
La disciplina personal en el uso del tiempo significa buscar lo que es excelente.
La disciplina en el uso del tiempo no significa que debamos llenar cada momento del día con actividades que nos mantengan siempre ocupados, sino que aprendamos a llenar cada momento con aquello que es más excelente: “Y esto pido en oración… que aprobéis lo mejor.”[3] Si lo más excelente que usted puede hacer en cierto momento es dormir, pues duerma. No se quede navegando en internet sin sentido ni propósito. Si lo más excelente es sentarse en silencio a orar o meditar, hágalo, en lugar de hacer otra cosa. Si lo más excelente en cierto momento es adorar, estudiar, leer, practicar la guitarra, escribir, lavar ropa, aprender un segundo idioma, o predicar el evangelio, disciplínese para hacer lo que es más excelente. Si lo más excelente que puede hacer es cuidar a su hijo enfermo, preparar la cena, proveer ingresos para su familia, construir una casa, conversar con un amigo o colega, o disfrutar de las bellezas de la creación de Dios… disciplínese para hacer lo que sea más excelente en un momento dado, en lugar de hacer otras cosas.
A esto debemos añadir que redimir el tiempo significa que todo aquello que Dios ponga en nuestras manos para hacer, lo hagamos con todas nuestras fuerzas, en el nombre del Señor Jesús, dando gracias, y para la gloria de Dios. Si en verdad aprendemos a hacer esto, lograremos redimir nuestros cortos días en la tierra.
Este es un estándar muy alto que muy pocos alcanzan, estoy seguro. Pero es la clase de disciplina que deberíamos procurar.
La disciplina personal en el uso del tiempo significa hacer aquello que Dios lo ha llamado a hacer y para lo cual lo ha equipado.
Jesús sólo hizo aquellas cosas que su Padre específicamente lo había llamado a hacer.[7] Fue donde su Padre le dijo que fuera y dijo lo que su Padre le pidió que dijera. Él es nuestro modelo para la administración del tiempo.
Hay muchos “David” que pierden el tiempo tratando de usar la armadura de Saúl,[8] o forzándose a imitar lo que la gente exitosa hace. Yo mismo lo he hecho. Recuerdo bien una ocasión en los inicios de mi ministerio pastoral cuando asistí a un seminario en el que un pastor exitoso nos animó a invitar personas a la iglesia. Ese parecía haber sido el secreto de su éxito, así que pensé de debía hacer lo mismo (a pesar de que en los Estados Unidos la mayoría de le gente no es amable con los extraños que tocan a su puerta). Un sábado por la mañana me obligué a salir a tocar puertas. Estaba aterrorizado. Quizás esto es lo que significa tomar mi cruz y seguir a Jesús, pensé. Fui a un vecindario cercano, esperando no encontrar a nadie en casa. Caminé por las calles del vecindario, tratando de armarme de valor; al cabo de una hora regresé a mi casa sintiéndome totalmente derrotado, sin haber hablado siquiera con una persona. Me tomó algún tiempo en el ministerio aprender que mientras que la obediencia a Jesús a menudo nos saca de nuestra zona de comodidad, pocas veces nos saca de nuestra zona de habilidad.
No se permita sentirse presionado a hacer cosas buenas que no son las cosas correctas para usted, cosas a las que usted no ha sido llamado y para las que no ha sido capacitado. Piense en los apóstoles en el capítulo seis de Hechos; estaban ocupados sirviendo las mesas, lo cual era algo bueno, cuando debían haber estado concentrados en el llamado de Jesús a la oración y el ministerio de la Palabra de Dios: “Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra.”[9]
► Pida que algunos en el grupo compartan alguna experiencia en la que se hayan sentido presionados a imitar el don espiritual de otra persona. ¿Cuál fue el resultado?
La disciplina personal en el uso del tiempo significa trabajar a paso lento – trabajar sin emociones fuertes.
Esta generación es una generación de buscadores de emociones; sin embargo, quienes hacen el mayor bien en el mundo son aquellos que siguen haciendo lo correcto incluso cuando no hay emoción en hacerlo. Hace algún tiempo pasé por una época de intenso aburrimiento. Los ministerios que antes me emocionaban ahora parecían terriblemente tediosos. Simplemente ya no los encontraba desafiantes como antes. El gusto de la vida se había tornado amargo. Pienso que todo el mundo puede entender esta tentación. ¡La vida cristiana a menudo requiere agallas! En medio de mi aburrimiento, me encontré con estas oportunas palabras de Oswald Chambers acerca de caminar:
«El verbo andar o caminar se emplea en la Biblia para expresar el carácter de una persona… Cuando nuestro estado físico o emocional no es saludable, siempre queremos sensaciones.»[10]
La vida cristiana se trata de caminar más que de cualquier otra cosa.
La idea de caminar tiene que ver más con la paciencia y la constancia que con correr y apresurarse. Lo que agrada a Dios es una vida de constancia, fidelidad y disciplina aun cuando no haya mucha inspiración. Caminar es difícil. Caminar requiere paciencia y perseverancia. “Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad.”[14] Caminar edifica el carácter. Caminar nos hace mejores personas y nos lleva al cumplimiento del propósito de Dios en nuestra vida espiritual. La disciplina produce en nosotros contentamiento.
El reino avanza gracias a aquellos que perseveran con paciencia, no a los que andan en busca de emociones. William Carey, gran misionero en la India, cuyas traducciones de la Biblia fueron usadas para traer a millones de personas al reino de Dios, dijo que el secreto de su éxito fue haber aprendido a trabajar pacientemente: “Puedo ser constante. Puedo perseverar en cualquier cosa que me proponga. A esto se lo debo todo.”
L.B. Cowman, misionera y autora de libros devocionales, escribió en Manantiales en el Desierto: “La gloria de mañana está arraigada en los sufrimientos de hoy. Hay muchos que desean la gloria sin la cruz, el brillar sin el fuego, pero la crucifixión precede a la coronación.”[15]
Aquellos que aprenden a perseverar fielmente a través de los sufrimientos de hoy, disfrutarán lo mejor que Dios tiene preparado para mañana. Los que siembran con paciencia cosecharán con gran alegría: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”[16] Aprenda la disciplina de enfocarse en el ahora, en sus responsabilidades presentes, en lugar de soñar despierto con el futuro, o codiciar lo que no puede tener. Si lo hace, será un creyente más feliz.
Algunos consejos prácticos para desarrollar la disciplina en el uso del tiempo:
(1) Sacrifique lo bueno por lo excelente.
Lo bueno es enemigo de lo mejor. Pídale al Señor que abra sus ojos y le muestre cuáles actividades no son las mejores para usted, cuáles actividades no son productivas personal ni espiritualmente. Pídale que le dé la disposición de renunciar a las cosas buenas a fin de obtener las mejores. Abra su corazón a la idea de que pasar demasiado tiempo viendo deportes, noticias, películas o series de televisión, o haciendo compras, entre otras cosas, podría estarle robando la oportunidad de realizar otras actividades que producen un gozo mayor: practicar para perfeccionar un don, tener comunión con el Señor, cuidar de su matrimonio, disfrutar de sus hijos, el servicio cristiano, o el ejercicio físico.
(2) Haga planes y establezca objetivos y metas en oración.
Una de las grandes debilidades de muchos hombres y mujeres cristianos de todas las edades es que vagan sin rumbo por la vida cotidiana, sin objetivos claros y definidos. Establecer metas y objetivos en oración puede ser un gran ejercicio espiritual – uno que nos mantiene enfocados.
Después de graduase de la secundaria, mi hijo mayor, Timothy, decidió esperar un año antes de ir a la universidad. Mi esposa y yo le dijimos que apoyábamos su decisión, siempre y cuando tuviera algunos objetivos específicos que procuraría lograr durante ese tiempo. Él aceptó el desafío. Con el fin de ayudarle a establecer objetivos saludables, diseñé este sencillo plan de crecimiento.
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Plan de Crecimiento Intencional |
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Cinco áreas críticas en las cuales debo ser intencional: |
Por la gracia de Dios voy a... |
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Desarrollo Espiritual
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Responsabilidad Moral
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Disciplina Personal
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Trabajo
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Mayordomía Financiera
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Honestamente, los hombres y mujeres más llenos del Espíritu que conozco viven su vida de manera ordenada. Uno de los ministerios más importantes del Espíritu Santo en nuestra vida es traer orden a nuestro caos. Nuestros pensamientos, palabras, conducta y entorno serán ordenados en la medida en que cooperemos con el Espíritu Santo.
Estas personas no planifican cada hora y minuto de su vida, pero tienen un enfoque y dirección claros en su vida. En esas épocas cuando las cosas no parecen claras, esperan pacientemente en el Señor para recibir dirección.
(3) Haga lo siguiente que debe hacer con prontitud:
«Pasé junto al campo del hombre perezoso… Y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos… Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado.»[17]
Durante nuestros primeros años en el ministerio, Becky y yo solíamos escuchar el programa de radio de Elizabeth Elliot, Gateway to Joy (La Puerta al Gozo). De todas las historias de misioneros que contaba y la sabiduría que compartía, nada nos ayudó más que este consejo que ella repetía con frecuencia: “Haga lo siguiente.” Lo que quería decir con estas palabras era que en lugar de pensar en nuestra situación menos que deseable, debíamos enfocar nuestra mente y nuestro esfuerzo en la siguiente tarea – especialmente si esa tarea parecía pequeña e insignificante. Si hay que lavar ropa; si tenemos que leer un libro o escribir una carta; si necesitamos ordenar nuestras finanzas; si debemos estudiar para preparar un sermón; si hay que deshierbar el jardín; si debemos aconsejar a alguien; si nuestros hijos o nuestro cónyuge necesitan nuestro amor, afecto y atención; si hay que cambiar una bombilla; si hay algo que podemos hacer para que la vida de otra persona sea más placentera, entonces debemos hacerlo.
Debemos desarrollar la disciplina de hacer lo que se necesita hacer, y hacerlo prontamente, en especial cuando no es algo emocionante. Debemos aprender a hacer las cosas difíciles primero.
(4) Recuerde que con el tiempo, la fidelidad conduce al gozo.
Todo tiene su tiempo,[18] incluyendo las épocas placenteras. Los placeres dados por Dios en el tiempo de Dios siempre son más gratificantes y satisfactorios que los que buscamos por cuenta propia.
Cuando tenía veintiséis años, era pastor y estaba en mi tercer año de ministerio, y el diablo casi me había convencido de que nunca lograría nada para Dios. Me sentía desesperado. Estaba confundido. Me sentía atrapado. Estuve así durante varios meses. Había cargado tanto peso en mi pecho que, honestamente, hubo momentos en los que quise morir. Un día, el Espíritu Santo me dio la gracia para mirar hacia el cielo y decir, “Padre, no sé lo que tienes por delante para Becky y para mí. No sé si quieres que continuemos en el ministerio pastoral, o si algún día vas a abrir una puerta para un ministerio transcultural. Sin embargo, Padre, me consagro nuevamente a ti y a tu perfecta voluntad, cualquiera que ésta sea.” También le prometí al Señor aquel día que sin importar cuán tentador fuera, nunca trataría de abrir una puerta por mis propios medios, sino que confiaría en su poder para alinear el corazón de los hombres con su voluntad. Dios escuchó esta oración de fresca consagración y al día siguiente llamó a nuestra familia, con una certeza innegable, al servicio misionero. Supimos que para esto nos había estado preparando Dios.
[1] Proverbios 22:29.
[2] Proverbios 26:14.
[3] Filipenses 1:9-10.
[4] Eclesiastés 9:10a.
[5] Colosenses 3:17.
[6] 1 Corintios 10:31.
[7] Juan 8:29.
[8] 1 Samuel 17:38-39.
[9] Hechos 6:1-4.
[10] Oswald Chambers, En Pos de lo Supremo
[11] Gálatas 5:16.
[12] Efesios 5:2.
[13] 1 Juan 1:7.
[14] Romanos 2:7, énfasis agregado.
[15] Mrs. Charles E. Cowman, Streams in the Dessert (April 26 entry). Obtenido de https://annointing.files.wordpress.com/2013/01/devotional-streams-in-the-desert.pdf el 16 de enero de 2021.
[16] Salmo 126:6.
[17] Proverbios 24:30-34.
[18] Eclesiastés 3:1.
«Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.»[1]
Una señal de madurez es que dejamos de preguntar, “¿Qué es lo que permite la ley?” o “¿Hasta dónde puedo llegar sin quebrantar la ley?” y en cambio preguntamos, “¿Esto me conviene o me es útil?” y “¿Me acercará esto más a Dios o me hará un mejor seguidor de Cristo?” Una de las disciplinas más importantes es la formación de límites y convicciones personales en nuestra vida – límites y convicciones relacionados con la pureza personal, las relaciones de amistad, la forma de vestir, la música, el entretenimiento, el Día del Señor, entre otros.
Puntos para recordar acerca de las convicciones y los límites personales
(1) Estos límites y convicciones personales específicos no son necesariamente iguales para todos. Quizás no podamos encontrar un versículo en la Biblia que se refiera específicamente a estas convicciones, excepto en forma de principios generales. Por esa razón nunca debemos exigir a otros que apliquen nuestras convicciones, ni usarlas para juzgar a los demás.
(2) Los límites y convicciones personales están basados en principios bíblicos, pero sus aplicaciones específicas son únicas para cada creyente. A medida que el Señor lo hace consciente de sus debilidades, usted debe establecer límites y convicciones personales que le ayuden a preservar su pasión por Dios.
(3) Los límites y convicciones personales deben ser definidos en un espíritu de amor por los demás.[2] Hay muchas ocasiones en nuestro caminar cristiano en que tendremos que limitar nuestras libertades por amor a los demás. Los cristianos maduros están dispuestos a rendir sus derechos de este modo.
(4) Los límites y convicciones personales deben estar motivados por el gozo. Seguir inconscientemente la tradición de la iglesia o las convicciones de personas buenas, cuando esas convicciones no están en su corazón, sólo lo llevará a la esclavitud. George Mueller tiene un consejo muy bueno para nosotros hoy:
«A menudo he señalado los efectos (negativos) de hacer cosas sólo porque otros las hicieron, o porque era la costumbre, o porque fuimos persuadidos a realizar actos de auto-negación externa, o a renunciar a cosas, mientras que el corazón no tenía la motivación de hacerlo, y mientras el acto externo de auto-negación no era el resultado de una poderosa obra interna del Espíritu Santo y de haber entrado en comunión gozosa con el Padre y con el Hijo.»
«Todo lo que sea una mera forma, un mero hábito… debe ser temido en gran manera… Las cosas no deben surgir desde afuera, sino desde adentro. La clase de ropa que uso, la clase de casa en la que vivo, la calidad de los muebles que tengo – todas las cosas de esta índole no deberían resultar del hecho de que otras personas estén viviendo de tal o cual manera, o porque los hermanos con los que me relaciono acostumbran vivir de cierta forma sencilla, austera y auto-restringida; lo que hagamos en cuanto a estas cosas, en lo relacionado con la renunciación, la auto-negación, o la muerte a este mundo, debería resultar del gozo que tenemos en Dios, de saber que somos de Dios, de entrar en la hermosura de nuestra herencia futura.»[3]
Asegúrese de que sus convicciones broten de la libertad que encontramos en Cristo, y no de la esclavitud a reglas y tradiciones establecidas por los hombres.[4]
Consejos prácticos para establecer límites y convicciones personales
El profeta Daniel es un hermoso ejemplo de un hombre que, en los primeros días de su cautiverio en Babilonia, estableció ciertas “costumbres” personales: “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.”[5]
¿Ventanas abiertas hacia Jerusalén? ¿Arrodillarse tres veces al día? Estas cosas no habían sido ordenadas en las Escrituras, pero Daniel había establecido estas costumbres porque quería perseverar en su afecto hacia Dios, el pueblo de Dios y la ciudad de Dios. Daniel fue más allá de la ley, por amor. Es por eso que Dios lo usó poderosamente.
[1] 1 Corintios 10:23.
[2] Romanos 14:13-19.
[3] No recuerdo dónde obtuve esto originalmente, pero lo puede encontrar en la siguiente página web: https://goodnessofgodministries.wordpress.com/2010/07/09/the-wise-sayings-of-george-mueller/ 12 de septiembre de 2020.
[4] Gálatas 5:1.
[5] Daniel 6:10, énfasis agregado.
Para ser conformados a la imagen de Cristo, debemos enfocarnos en la disciplina personal. Debemos poner nuestra mente y nuestro cuerpo a nuestro servicio. Un día escuché sin querer a uno de mis hijos quejándose porque les había asignado algunas tareas que no eran agradables para ellos. “¡Cómo quisiera tener un sirviente!” dijo él. ¡Le dije que si se convertía en su propio sirviente, siempre tendría uno!
► ¿Cuáles de las disciplinas personales que estudiamos en las últimas dos lecciones le han parecido más útiles? ¿Por qué? Dedique cinco minutos para reflexionar en algunos cambios que necesita hacer. Comparta una o dos cosas con su grupo si así lo desea.
(1) Dedique al menos treinta minutos durante la semana para repasar esta lección, incluyendo los pasajes de referencia, y pídale al Espíritu Santo que le hable y le revele su Palabra.
(2) Anote en su diario cualquier cambio específico que deba hacer en su vida, según el Señor se lo revele.
(3) Medite en al menos un salmo durante su tiempo devocional diario, y escriba en su diario lo que el salmista dice acerca de la naturaleza y el carácter de Dios.
(4) Escriba en su diario una oración personal relacionada con su crecimiento y transformación espiritual basada en lo que aprendió en esta lección.
(5) Practique usando la Guía de Oración Diaria del Dr. Brown en su tiempo de oración privada cada día.
(1) ¿Cuáles son las seis disciplinas personales que estudiamos en las lecciones 11 y 12?
(2) ¿Cuáles son los resultados negativos del exceso de indulgencia?
(3) ¿Qué dice Proverbios 16:32 sobre la persona que no se enoja fácilmente?
(4) ¿Cuál dijo el misionero William Carey que había sido el secreto de su éxito?
(5) Comparta en sus propias palabras el consejo de George Mueller con respecto a las convicciones personales.
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